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09/05/2024 - EL DÍA DE LA MADRE EN DÍAS DE GUERRA

Este próximo domingo se celebra en muchos países el Día de la Madre. En este contexto, ofrecemos la siguiente reflexión.

 

No soy madre, pero sé cuánta presión ejercemos sobre las madres, cuando las solemos señalar por los éxitos y, sobre todo, los fracasos de sus hijos e hijas. El amor de una madre es instintivo, lo que no significa necesariamente que provenga del corazón, sino todo lo contrario, está arraigado y en cierto modo impuesto por sus genes. El amor de una madre, incluidas, por supuesto, las que adoptan, difícilmente se elige. Es la certeza de sentirse plenamente responsables por sus hijos, independientemente de sus acciones. Las madres no siempre son modelos de bondad y ternura, pero a menos que se lo impidan alguna condición física o mental, las madres aceptan las alegrías, el sufrimiento y los dolores de sus hijos como si fueran propios.

En las guerras y conflictos que vivimos hoy en día, pensar en las madres me ayuda a tener una perspectiva más allá de las opiniones ideológicas o políticas.

Pienso en el sufrimiento de las madres ucranianas al ver a sus hijos e hijas ser enviados a la guerra para defender su tierra, y (enfático "y" aquí), pienso en las madres de los soldados rusos que también son enviados a matar o a morir en una guerra que tal vez no entiendan del todo.

Y pienso en las madres de los asesinados o retenidos como rehenes por Hamas solo porque estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado, y me aflijo igualmente por las madres de todos los palestinos asesinados en la ola de violencia (muchos de los cuales eran madres).

Me niego a dar sentido a explicaciones sobre cálculos políticos, motivaciones nacionalistas, legitimidades históricas, y me niego a racionalizar sobre males menores o respuestas proporcionadas. Elijo detenerme a pensar en el sufrimiento de todas las madres (y de los padres, y de las hermanas, hermanos, abuelos...).

Es más complejo que tomar partido, pero más humano, menos analgésico, pero más empático. Siento por igual el dolor de todas las madres, rusas, ucranianas, israelíes y palestinas. Por supuesto, tengo una opinión sobre algunos de estos conflictos. Pero mis razones, mi visión ideológica, mi posición política (que sin duda tengo) no me harán sentir que la muerte de un ser humano, la muerte de la madre o el padre de alguien, es políticamente necesaria o moralmente merecida o justificada.

No importa de qué lado estés, no importa cuál sea tu persuasión ideológica y qué razones tengas para ello; Si no logramos sentir el sufrimiento de una madre en Ucrania, en Rusia, en Israel, en Palestina, o de cualquier madre y padre que pierden a sus hijos, si no logramos empatizar con ellas, si, de hecho, no logramos empatizar con cualquier dolor y sufrimiento, nuestra humanidad se habrá rendido y sucumbido al mundo de las ideas y la política. Así, habremos convertido nuestros corazones en corazones en piedras.


 

29/03/2024 - LA VULNERABILIDAD DE LA CRUZ
 


En la narración de la Pasión, Jesús muestra su radical vulnerabilidad. Es crucificado como un criminal abandonado por sus discípulos, en dolor y agonía, ridiculizado por los romanos, rechazado por los judíos.

Jesús se muestra tan vulnerable e impotente que llega a exasperar. Tenemos la sensación de que Jesús podría haber hecho más para evitar tal dolor. Se burlan de él, lo ridiculizan, lo traicionan, lo niegan, lo humillan, lo torturan y lo criminalizan y, sin embargo, no hace nada para evitarlo. Incluso en sus últimos momentos, cuando la tortura es insoportable, no muestra ningún indicio de que vaya a utilizar un as escondido bajo la manga (o un superpoder) para pulverizar a sus enemigos (tal vez hayamos visto demasiadas películas de Hollywood). De hecho, incluso durante su resurrección, Jesús no parece preocuparse por remediar la injusticia de la cruz, ni por vengarse de aquellos que le hicieron daño. En la Cruz, Jesús queda herido física, social y psicológicamente, de todas las formas posibles, pero allí está, mostrando su debilidad como si hubiera elegido el camino de la vulnerabilidad.

Hay una paradoja en la Cruz. Por un lado, cuanto más vulnerables somos, o queremos ser, más fácil es que nos hagan daño. La vulnerabilidad nos expone como Jesús fue expuesto públicamente en la Cruz. Podemos convertirnos en blanco fácil de chismes, injurias, prejuicios y castigado al ostracismo. Pero al mismo tiempo la vulnerabilidad nos hace libres. Jesús era un hombre libre porque no tenía intención de negociar acuerdos de poder con judíos o romanos. Jesús no tuvo que fingir, literalmente no tenía nada que perder. Eligió no llevar la carga (ni las cadenas) de tener que desempeñar el papel de tipo duro, o de líder fuerte, ni siquiera de creyente confiado (recordamos sus abrumadoras palabras “Padre, ¿por qué me has abandonado?”).

La iglesia no es una comunidad de convencidos o de los que se creen con superioridad moral; es la iglesia de los vulnerables.

La iglesia es la comunidad de los que son libres de mostrar sus miserias, carencias e insuficiencias; Aquellos que pueden revelar a otros sus escasas habilidades como padres, su mediocre profesionalismo o su egoísmo como pareja; Los que reconocen sus defectos y miserias y sus malas decisiones. Es una propuesta arriesgada, podemos salir lastimados, pero cuanto más mostremos nuestra cruz, y reconozcamos nuestras vulnerabilidades, y cuanto más las aceptemos, más fácil será sanarlas.

Hacernos vulnerables crea un espacio sagrado donde podemos mostrar nuestras dudas, nuestras incertidumbres, nuestros errores, nuestros remordimientos, nuestras frustraciones. Todos fallamos y tendemos a fallar con frecuencia. Podemos ocultar nuestros fracasos, o podemos mostrarlos y quedar desnudos en nuestra vergonzosa cruz personal. Puede que quedemos heridos, pero también podremos abrir un espacio para la empatía

…un espacio para la compasión

…un espacio donde no seamos juzgados

…un espacio para la aceptación

donde la vulnerabilidad engendra empatía, después confianza y después amor.

 

10/04/2022 - DOMINGO DE RAMOS: LA MULTITUD Y LA MUJER ADÚLTERA
 


En la ya clásica película Gladiator, en una escena, uno de los personajes aconseja al gladiador, acostumbrado a ganar sangrientas luchas con suma rapidez y facilidad: “No basta con ganar: el público quiere espectáculo. Gánate al público y obtendrás la libertad.” 

Esto es lo que, en buena medida, recordamos de forma trágica y dramática hoy, en la fiesta del Domingo de Ramos. Quien controla las masas (en este caso las jerarquías religiosas) tiene el poder.

Qué diferencia entre las multitudes que cantan ¡Hosana, hosana! y las masas que gritan ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

El domingo pasado leíamos la historia de la mujer adúltera, y en ella se refleja cuál es en realidad la voluntad de Jesús: no perderse dentro de una masa sin asumir nuestra responsabilidad, ser capaces de pensar como individuos para discernir nuestras acciones con humildad compasión y tolerancia. Los peores abusos y pecados suelen cometerse en nombre de colectivos o grupos: desigualdad, pobreza, injusticia, racismo, exclusión, intolerancia, corrupción… son, la mayoría de las veces, llevados a cabo por masas inmersas en estructuras de pecado. ¡Qué fácil es caer en dinámicas de abuso e intimidación casi sin darnos cuenta, cuando somos parte de una multitud no pensante y a menudo injusta!  

Es fundamental recordar las palabras de Jesús al grupo de hombres que querían apedrear a la mujer adúltera: “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.” Ojalá que en las multitudes de Jerusalén, cada persona hubiera asumido su propia responsabilidad, y se hubieran dado cuenta de que lo que estaba sucediendo no era tanto un juicio, o una acción legal, contra Jesús… sino un linchamiento hacia una persona que molestaba porque era un líder que ni los poderes políticos ni los religiosos podían controlar.

No nos convirtamos en multitudes que abusan de los vulnerables (ya sean inmigrantes, pobres, refugiados, minorías), culpándolos de nuestras desgracias para poder tranquilizar nuestras conciencias. En su linchamiento y pasión, Jesús, en manos de una masa enardecida, fue un chivo expiatorio, para aquellos que querían ganarse a las multitudes. Irónicamente, también se convirtió en la víctima inocente que expía el pecado del mundo.


(Foto: El autor, celebrando Domingo de Ramos en Sabana Yegua, República Dominicana).




 

17/12/2021 - EL ADVIENTO NO ES SUFICIENTE
 


No hay Navidad sin Adviento.
Pero puede haber Adviento sin Navidad.
El Adviento es necesario, pero no suficiente.
 
Necesitamos la Navidad
 
Juan el Bautista es necesario, pero no suficiente.
            Necesitamos a Jesús.
María es necesaria, pero no suficiente.
            Necesitamos a su hijo.
El arrepentimiento es necesario, pero no suficiente.
            Necesitamos esperanza.
Las oraciones son necesarias, pero no son suficientes.
            Necesitamos compromiso.
El Amor de Dios es necesario, pero no suficiente.
            Necesitamos al prójimo.
El amor es necesario, pero no suficiente.
            Necesitamos obras.
La vida es necesaria pero no suficiente.
            Necesitamos dignidad.
La unidad es necesaria, pero no suficiente.
            Necesitamos solidaridad.
La paz es necesaria, pero no suficiente.
            Necesitamos justicia.
La tolerancia es necesaria pero no suficiente.
            Necesitamos la integración.
La ley es necesaria pero no suficiente.
            Necesitamos misericordia.
Las palabras son necesarias, pero no suficientes.
            Necesitamos acción.
El respeto es necesario, pero no suficiente.
            Necesitamos delicadeza.
La familia es necesaria pero no es suficiente.
            Necesitamos la comunidad.
 
El Adviento es necesario, pero necesitamos la Navidad.


 

09/09/2021 - A PROPÓSITO DE LIONEL MESSI Y AARON RODGERS
Messi se fue del F.C. Barcelona, y ahora el barcelonismo y quizás toda la ciudad de Barcelona están de duelo, lamentando la pérdida.
 
Messi se va a París, a jugar con el PSG, cobrando 36.500.000 euros (en dólares, 42.769.240) por temporada, sin contar los contratos publicitarios y otros incentivos que pueda ganar.[1] Es la mitad de lo que cobraba hasta ahora en el Barcelona.
 
Aaron Rodgers, estrella del futbol americano, renovará su contrato con su equipo de toda la vida, los Green Bay Packers de Wisconsin, por cuatro años, por un promedio anual de 33.500.000 dólares (28.589.067 euros).[2]
 
El salario medio anual, no el básico, en España es de 26.934 euros (31.561 dólares) y en los EE.UU. es de 52.723.00 euros (62.953 dólares).[3]
 
El trabajador medio en España necesitaría trabajar 1.355 años para ganar lo que ganará Messi en uno.
 
En Estados Unidos el trabajador medio necesitaría trabajar “solo” 635 años para apercibir lo que el Quarterback gana en uno. 
 
Soy seguidor del Barcelona por genes, y de los Green Bay por adopción, pero al enfrentarme a estos números solo puedo sentir tristeza y acaso un poco de rabia… y me siento un poco culpable de sentir a veces un cierto rencor hacia los aficionados de los “eternos rivales” del Barça y de los Packers, el Real Madrid y los Bears, cuando en realidad tengo mucho más en común con la gran mayoría de estos seguidores que con las estrellas de mis equipos.
 
Hay brechas que no deberían justificarse ni por nacionalismos, ni por lealtades patrias o locales ni mucho menos por los avatares del libre mercado.
 
¡Felicidades!, quiero decir. Y no a Messi ni Aaron Rodger, sino a los miles y millones de hombres y mujeres que trabajan duro y mucho, a veces con dos o tres trabajos, para poder mantener a sus familias, año tras año, con dignidad.


[1] https://elpais.com/deportes/2021-08-10/messi-acepta-la-oferta-del-psg.html
[2] https://www.spotrac.com/nfl/green-bay-packers/aaron-rodgers-3745/
[3] https://datosmacro.expansion.com/mercado-laboral/salario-medio


 

23/05/2021 - PENTECOSTÉS Y LA SABIDURÍA DE LAS METÁFORAS
 

Que la metáfora de la venida del Espíritu Santo sea un ruido y viento por toda la casa y luego unas lenguas de fuego descendiendo sobre cada uno de los reunidos resuelve una peligrosa dicotomía, a saber, si el Espíritu Santo es una realidad comunitaria y global o si acaso es una experiencia personal y en cierto modo intransferible.

Qué duda cabe que la experiencia del Espíritu Santo es un llamado a la motivación interior, a la búsqueda incansable de entusiasmo y a estar siempre con una mentalidad en salida, a encontrarnos con aquellos que son distintos, que hablan diferentes “lenguas” que la nuestra. En este sentido hay que remarcar que las lenguas de fuego se posaron en cada uno de los presentes en la sala. El Espíritu Santo tiene que tocarnos el corazón.

Pero declararse de forma individual como poseedor del Espíritu, en contraposición a todos aquellos que no lo tienen, no deja de ser un reclamo peligroso que lleva fácilmente a la intolerancia y la arrogancia. El requisito indispensable para la llegada del Espíritu es estar reunidos. Es en toda la casa que el Espíritu aparece, y solo luego desciende a cada uno de los discípulos.

El Espíritu Santo es una experiencia colectiva de toda la iglesia, e incluso fuera de ella. Pentecostés es una fiesta comunal. Un compromiso personal, sí, pero que nos lleva a ser una Iglesia abierta. Abierta a los que no son como nosotros. El Espíritu transforma la iglesia para que se haga entender, y no pretende que los demás hagan el esfuerzo para adaptarse a su lenguaje, sino que es ella la que habla en las lenguas del mundo.

El Espíritu Santo irrumpe en la Ilesia, y la llena toda, y nos inspira a cada uno de nosotros para hacernos cercanos a los demás, para hacernos prójimos y así podamos ser testimonios del amor de Jesús.


 

12/05/2020 - EL FASCINANTE ORIGEN DE LA REPÚBLICA DOMINICANA
 


La Editorial "Círculo Rojo" acaba de publicar “El fascinante Origen de la República Dominicana”, de Esteve Redolad, miembro de la Comunidad de San Pablo. A raíz de esta publicación hemos realizado esta entrevista con Esteve.
 
¿Como te vino la idea de escribir este libro?
Viviendo en la Republica Dominicana durante cinco años me surgieron algunas preguntas y dudas acerca del cómo y porqué de la relación entre la República Dominicana y Haití. Ahí empezó un proceso apasionante de descubrir muchos matices y peculiaridades de la historia dominicana que la hacen única y muy interesante. Sentí que tenía que compartir con otros esta historia fascinante que estaba descubriendo, y me propuse escribirla en un libro.
 
¿Qué es específico de este libro?
He querido, espero que con algo de éxito, compaginar el rigor histórico con una lectura dinámica, amena y entretenida.
 
¿A quién va dirigido?
Especialmente a los dominicanos y dominicanas. Mi sueño sería que un día pudiera ser lectura recomendada en las clases de historia en las escuelas dominicanas. Pero también va dirigido a todos aquellos que estén interesados en este maravilloso país, y por supuesto, a quien le guste la historia, especialmente los temas de la colonización española, la esclavitud y la emancipación americana.
 
¿Qué te ha inspirado para escribirlo?
La constatación de que, aun siendo personas generosas y comprometidas, a menudo, a causa de prejuicios nacionales o raciales, nos tornamos irracionales e incluso agresivos, motivados por la historia que hemos aprendido desde pequeños, construida demasiadas veces a base de mitos que hacen que irremediablemente nosotros seamos los buenos y “los otros” los malos. Este libro quiere cuestionar y tal vez ayudar a destruir alguno de estos mitos.
 
¿Qué se va a encontrar el lector en tu obra?
Una historia del origen de la República Dominicana amena y desmitificada. No es una historia de buenos y malos, ni de héroes patrios contra enemigos acérrimos, sino una historia llena de matices, protagonizada por personas que, como todos, tuvieron buenas dosis de contradicciones. En ella, además, no faltan muchas anécdotas y datos curiosos, tanto de entonces como de la actualidad.
 
¿Dónde se puede comprar el libro?
Puede encontrarse en formato impreso en Amazon, y en España en La Casa del Libro, Editorial Círculo Rojo. En formato digital en La Casa del Libro, Agapea, El Corte Inglés.
 
Felicidades por este libro, y ojalá pueda cumplirse tu sueño…
Gracias, solo escribirlo ha sido ya medio sueño cumplido.


 

05/04/2020 - SOBRE EL DOMINGO DE RAMOS, LAS MULTITUDES, LA IGNORANCIA CULPABLE Y (POR SUPUESTO) EL CORONAVIRUS

Uno de los grandes protagonistas de la fiesta del Domingo de Ramos es la multitud, las multitudes. No sabemos si eran dos multitudes distintas, unas que gritaban Hosana, y otra que gritaba Crucifícalo; el caso es que las multitudes son, por un lado, manipulables, como comprobamos en los casos de regímenes populistas que les dan pan y circo, acallando su voz crítica, sometiendo su voluntad. Y, por otro lado, las multitudes tienen una gran influencia en el desarrollo de una sociedad, como en el caso de las revoluciones populares.

Hoy, cualquier referencia a las multitudes tiene que ver obligadamente con la pandemia del coronavirus. En este caso, lo que haga la “multitud” puede determinar el desarrollo (o no), de una enfermedad mortal. Y es importante darse cuenta de que las acciones de la multitud dependen de cada uno de nosotros como individuos. Para ello es indispensable que cada uno de nosotros actuemos con responsabilidad.  

Uno de los grandes manipuladores de multitudes es la desinformación. Vivimos en la época en la que es fácil sentirse abrumados y deprimidos por la cantidad de información que nos llega, hasta el punto de que uno no puede distinguir ya qué noticias son fiables, y cuáles no. 

Recibimos información sobre remedios caseros para la cura del virus, o sobre la fiebre del papel higiénico, o sobre explicaciones de tipo político o argumentos religiosos sobre el fin del mundo. Todo se mezcla en este enjambre de información. Podemos culpar, seguramente con razón, a los intereses particulares de los medios de comunicación, pero eso no significa que estemos exentos de nuestra responsabilidad de estar bien informados. Tradicionalmente se distingue entre la ignorancia inevitable que emana de nuestras propias limitaciones personales, y la ignorancia culpable, aquella por la cual nos conviene no saber y dejarnos llevar por la multitud. En estos días tendríamos que luchar contra ésta última de la misma manera que tan tenazmente estamos luchando contra el coronavirus.

 

02/04/2020 - LA PANDEPENDENCIA
Es bonito ver como a las 8:00 de la tarde en varios rincones del mundo la gente sale al balcón o a la puerta de sus casas para aplaudir a las personas que en estos días están al pie del cañón para que la vida pueda ser, si no normal, como mínimo llevadera.

El personal sanitario, personal de limpieza, reponedores de supermercado, vendedores, conductores, cargadores, carteros… El coronavirus ha puesto en primer plano a muchos de los trabajos y trabajadores/as que normalmente damos por asumidos pero que hoy son considerados curiosamente los trabajos indispensables.

Esta pandemia, en toda su brutalidad y dolor, ha puesto de manifiesto el grado de interdependencia de nuestra sociedad. La sociedad es orgánica, es un organismo en el que todas las partes son igualmente necesarias. De nada me valen todos los ejecutivos ni los banqueros, ni accionistas del mundo, sino tengo una persona que se encargue de llevar la comida al super, o alguien limpiando los baños de las oficinas de Wall Street.

De la misma forma que la epidemia es total (pan-demia), ojalá podamos reconocer que la sociedad no está basada en ideas como “la ley del más fuerte”, o el “sálvese quien pueda”, ni el mito de la persona hecha a sí misma. Vivimos en una pan-dependencia (la interdependencia total). Reconocer y aceptar esto nos va a ayudar a construir una sociedad que sea cada vez más igualitaria.

 

23/03/2020 - TIEMPO DE CRISIS, TIEMPO DE SOLIDARIDAD

Estamos en tiempos de crisis. Tiempos difíciles para todos. Pero quizas precisamente por eso se nos presenta una oportunidad única para practicar el valor que hace de los seres humanos una especie única: la solidaridad.
 
Hay veces en que no sabemos muy bien como ser solidarios, no es tan fácil en sociedades tan estructuradas y legalistas como las nuestras. Pero en estos momentos ser solidario es bien simple.
En estos momentos, además, ser solidarios es lo que más nos conviene. Sugiero pues tres sencillas formas de mostrarnos solidarios:
 
Actuemos como si fuéramos nosotros los enfermos: No tratemos a los demás como si fueran una amenaza que nos pueden infectar. Asumamos que somos nosotros (cada uno de nosotros) los que estamos infectados (podemos estarlo, pero sin síntomas), y tenemos que prevenir infectar a los demás.  Quedarnos en casa sin salir, aunque nos sintamos bien, es hoy, un gran acto de solidaridad.
 
No acumulemos ilógicamente: El pánico no nos va a ayudar. Acumular sin medida siempre va a ser en perjuicio de alguna otra persona. Cuando los productos básicos se terminan, los más necesitados siempre serán los más afectados. Además, acumular cosas no es necesariamente lo mejor para nosotros. No deja de ser irónico que la gente quiera acumular mascarillas y productos desinfectantes para salvarse a ellos mismos, cuando en realidad lo que más nos convendría, casi por puro egoísmo, es que los demás puedan estar desinfectados y no nos contagien a nosotros.
 
Usemos el teléfono: En este tiempo de distanciamiento social, que sea nuestra misión solidaria estar bien pendientes de aquellos que son mas vulnerables. Vigilemos a nuestros abuelos y abuelas, nuestros padres, nuestros vecinos que viven solos, la gente que está enferma. Llamémoslos, enviémosles mensajes de ánimo, o chistes (el buen humor es una buena medicina). Preguntémosles si necesitan algo, que sepan que pensamos en ellos, y que rezamos por ellos.
 
Aceptemos estos momentos difíciles como una oportunidad de mostrar nuestra cara más solidaria.


 

27/02/2020 - ¡FELIZ TIEMPO DE CUARESMA!
 


La palabra Cuaresma viene de cuarenta, e indica los días que van del miércoles de Ceniza hasta la Pascua. De igual manera que en Adviento nos preparamos para la Navidad, este es un periodo de preparación. La Cuaresma es tiempo de reflexión, tiempo de análisis, tiempo de valorar honestamente nuestras actitudes, nuestras decisiones, nuestro compromiso.

Es tiempo de dialogar con nosotros mismos y con Dios en oración, de forma sincera, honesta, sin engañarnos con excusas, o justificando nuestras acciones. Es tiempo de reconocer quien somos sin miedos; de enfrentarnos al espejo, aunque a veces no nos guste lo que podamos ver.

Sabemos que Dios no castiga, sino que es compasivo con nosotros. No tengamos miedo, pues, de reconocer qué tipo de persona somos, recordando que estamos todos en la misma barca. Aquí no hay “buenos” y “malos”, puros e impuros,  ciudadanos de primera y de segunda. Todos compartimos la misma condición humana, y por ella todos somos capaces y todos obramos actos de generosidad que hacen el mundo un poco mejor.

Asimismo, todos tenemos nuestras miserias, nuestros egoísmos. Cada uno de nosotros tenemos que descubrir estas dos dimensiones. Si solo veo las cosas negativas, pero nada positivo, tendré que mirar más profundamente en mi corazón y ser amable y comprensivo conmigo. Y si solo veo lo positivo pero me cuesta ver mis propias miserias, también me estoy engañando y no me estoy examinando honestamente. A veces necesitamos de otras personas que con amor, comprensión y respeto nos digan aquello que deberíamos mejorar en nuestras vidas, especialmente aquellas personas que viven con nosotros y nos conocen.

Desde estas líneas, pues, les invitamos a que vivamos la Cuaresma como ese tiempo de reflexión, no para hundirnos, no para deprimirnos o desesperarnos ante nuestros propios egoísmos o los de los demás, sino para que cuando llegue la Pascua, cuando celebremos que La Vida ha vencido a la muerte a través de la Resurrección de Jesús, podamos hacerlo de forma saludable, aceptando nuestras virtudes para así poder potenciarlas, pero también nuestras debilidades para que nos sea más fácil poder afrontarlas.

¡Feliz Cuaresma!


 

11/01/2020 - EL BAUTISMO DE JESÚS: UNA DECISIÓN
 

El bautismo de Jesús es uno de los acontecimientos más importantes en su vida. Su fiesta, una semana después de la Epifanía, que celebramos este domingo, a veces pasa de puntillas por en medio de las demás celebraciones navideñas, siendo quizás una de las fiestas menos valoradas del calendario litúrgico.
 
Podría verse como un episodio más, cuando en realidad fue quizás el evento fundamental de su vida, el momento en que asume su misión y comienza su ministerio público, probablemente aún sin conocer el alcance y la importancia de su decisión. La cultura popular nos hace creer, sin embargo, que muy temprano en su vida, casi al nacer, Jesús estaría dotado de la capacidad de conocer de antemano los acontecimientos que iban a suceder durante su vida. Por lo tanto, sabía que iba a ser bautizado por Juan en el río Jordán, y que conocía su misión e identidad. Si así entendemos la autopercepción de Jesús, su bautismo pierde significado.
 
En el fondo, es necesario creer que en el bautismo de Jesús no hubo una decisión racional y consciente, pero que de alguna manera fue predeterminada. Creer que Jesús no tuvo la opción de tener dudas durante su vida, antes y después de su bautismo, proviene del temor de comprometer su divinidad, haciéndolo demasiado como uno de nosotros. Es por eso por lo que, a pesar del hecho de su nacimiento humilde y simple, lo hemos convertido en un superhombre, dotado de poderes sobrehumanos, en este caso el poder de la omnisciencia, incluso desde su nacimiento. El problema es que, en el esfuerzo por evitar comprometer la divinidad de Jesús, corremos el riesgo de cuestionar su plena humanidad.
 
Debemos vigilar con las características sobrehumanas que a menudo atribuimos a Jesús para proteger su divinidad. De hecho, cuanto más especial y sobrehumano lo hacemos, menos humano se vuelve. En este proceso de “sobre-humanizar” a Jesús, perdemos la clave y el elemento trascendental de la Encarnación y, por lo tanto, de nuestra fe: Jesús es una persona como todos nosotros, nada más y nada menos.
 
Es cierto que también es Dios, pero la divinidad de Jesús no proviene de supuestos poderes sobrehumanos sino de su capacidad de abrirse completamente a la voluntad de Dios, por su capacidad radical de amar y entregarse a los demás. Esta es la mayor paradoja de nuestra fe, de la fe en Dios hecho hombre: cuanto más humanos seamos, más libres seremos para amar y, en cierto modo, más divinos seremos.
 
En resumen: si en este anhelo de hacer a Jesús sobrehumano creemos que desde muy joven sabía de su papel mesiánico, su vida y su fatídico final, entonces su bautismo es obviamente irrelevante.
 
La experiencia de Jesús en el Jordán no es solo otro episodio preestablecido y conocido por él; es la experiencia fundamental de su vida. En su bautismo, Jesús toma la decisión de dedicar su existencia a la liberación de los demás, y se reconoce a sí mismo como el Mesías. La parte crucial del bautismo es que Jesús cambia la expectativa mesiánica tradicional caracterizada como un Mesías victorioso, poderoso, exclusivista, político y religioso a un Mesías universal centrado en los pobres y basado en la compasión y la tolerancia, no solo política, sino por la liberación integral de la persona como sujeto histórico, social, religioso, cultural y psicológico.
 
Desde el momento de su bautismo, a través del llamado a sus discípulos y durante todo su ministerio público, la misión de Jesús solo está tratando de transmitir a los demás y a nosotros qué tipo de Mesías es y cómo podemos imitarlo. Al final, el intento le costará la vida, pero también nos permitirá seguirlo.


 

21/08/2019 - DE LA EXPERIENCIA A LA ESTADÍSTICA

Las ciencias estadísticas no suelen tener muy buena reputación. A menudo es ofensivo saber que, para administraciones y gobiernos, solo somos un número más. Para nada parecen contar nuestras experiencias, sufrimientos y alegrías. Solo somos números que forman porcentajes demográficos, cifras para pagar impuestos y calcular pensiones, o determinar e influenciar votos. No es de extrañar, pues, que nos sintamos poco atraídos por las estadísticas y en cambio nos mueva (el corazón y/o el bolsillo) el ser testigos de experiencias humanas con las que podemos empatizar. El periodismo así lo entiende, y es por eso que nos vende, cada vez más, historias, especialmente historias personales de tragedias o de superación, historias de animales, de tortugas, de gatos… Hoy en día, cualquiera también puede exponer al mundo su experiencia sabiendo que tendrá muchos más “likes” y “vistos” que si compartiera fríos estudios y cálculos estadísticos.
 
El problema con todo esto es que hay un cierto riesgo en el hecho de querer entender la realidad solo en base a la experiencia, ya que, lógicamente, nuestra experiencia es parcial, sesgada y extremadamente limitada.
 
Además, quizás por algún tipo de mecanismo de defensa, nos afectan (y nos interesan) más las historias trágicas que las historias positivas, por lo que se venden más las primeras que las segundas.
 
Por eso es peligroso extrapolar las experiencias negativas propias, o de las que somos testimonios a través de otras personas o de los medios de comunicación, y pensar que el mundo va de mal en peor. Así es como poco a poco vamos creando una visión un tanto pesimista del mundo que no se corresponden con la realidad, en la que cada día, millones y millones de personas viven una vida sufrida, con sacrificios, pero razonablemente normal.
 
Nos extrañaría saber, por ejemplo, que, tal y como explica Steven Pinker en su libro The Better Angels of our Nature, el siglo XX, que fue testigo de las dos únicas guerras mundiales, también fue el siglo más pacífico en la historia. Para entenderlo, hay que ir a la estadística y pensar en las víctimas, pero en proporción al número total de habitantes.
 
Es bueno y lógico pensar siempre en la cara humana de la noticia y de la realidad, pero también tenemos que echar mano a las estadísticas para tener una visión global y algo más objetiva sobre la situación en el mundo. Por supuesto hay muchas injusticias, pero vigilemos que un exceso de estímulos emocionales nos haga creer que la sociedad está ya irremediablemente condenada y que la condición humana ha llegado al punto más bajo de su degradación moral. En el fondo, esta visión excesivamente pesimista de la sociedad es la mayor razón para dejar de luchar por un mundo mejor.


 

17/07/2019 - LAS PARROQUIAS, ESPACIOS DE INTEGRACIÓN CULTURAL
 


La parroquia de San Juan Pablo II, situada en la zona sur de la ciudad de Milwaukee (EE. UU.), es el producto de tres parroquias tradicionalmente de origen polaco. Hoy en día, a la comunidad de origen polaco se le añade una creciente comunidad hispana, y es una bonita experiencia ver como ambas comunidades, separadas por lenguas y culturas distintas, intentan, sin embargo, sentirse una sola parroquia. No es un reto fácil, pero los prejuicios se van rompiendo de un lado y de otro cada vez que se establece una relación personal y de amistad, cada vez que un angloparlante disfruta con un taco al pastor o reza a la Virgen de Guadalupe (y no tiene reparo en intentar pronunciar su nombre); cuando los nacidos en el país conocen a familias de inmigrantes, y van a sus casas, celebran juntos, y aprecian y se emocionan cuando escuchan las situaciones por las que han pasado muchas familias y se admiran de la capacidad y  la ética de trabajo que ha llevado a estos recién llegados a no desfallecer.
 
También experimentamos la realidad de la integración cuando un mexicano celebra la fiesta del 4 de julio y pone, orgulloso, la bandera de los EE. UU. en su casa, porque a pesar de penurias y dificultades sabe reconocer que aquí ha tenido una nueva oportunidad. O cuando se entusiasma por ser miembro de un nuevo grupo parroquial porque se siente cómodo y sabe que será escuchado.  Son pequeños signos, pasos que apuntan a la integración y a la solidaridad mutua, que no aparecerá ni en estadísticas, ni en leyes, ni en políticas migratorias. Pero lo cierto es que, no solo en Milwaukee sino en todos los Estados Unidos, las parroquias se convierten, por su propia naturaleza y misión, en un espacio privilegiado para la integración.
 
Ojalá que esta oportunidad, esta realidad que aquí vivimos a escala comunitaria y parroquial, sea vivida en otras iglesias, en otros centros e instituciones y que sepan transcender el mundo de los prejuicios y de los mitos, para abrazar el mundo real de las personas.


 

14/04/2019 - EL DIFÍCIL SILENCIO DE JESÚS


 

Hoy, Domingo de Ramos, leemos la pasión de Jesús y, como sucede también en el Viernes Santo, al escuchar el relato nos invaden la congoja y la tristeza, incluso la rabia. Se nos puede hacer difícil el silencio de Jesús; lo podríamos interpretar como rendición, como aceptación fatalista del destino, pues ¿cómo es que no logra contestar ni a Herodes ni a Pilato? Es cierto que sí responde a Pilato, pero podríamos considerar que su réplica son cosas vagas como eso de que su reino no es de este mundo y cosas que, por supuesto, Pilato no entiende. Incluso podríamos pensar −con razón o sin− que el gobernador estaba más que dispuesto a ayudarlo. Ciertamente lo de Jesús en el pretorio era un juicio en toda regla, y él renuncia a su derecho más fundamental: defenderse.  Asimismo podríamos preguntarnos por qué no respondió a Pilato con alguna frase ingeniosa que desarmara a sus oponentes (no sería la primera vez); o por qué no hizo un buen discurso para enervar a las masas o incluso atrevernos a imaginar por qué no hizo allí mismo algún milagro espectacular tal como antaño Yahvé tenía acostumbrado al pueblo de Israel.
 
Se nos hace difícil aceptar que, al contrario, “como cordero fue llevado al matadero” (Is. 53,7). Después, analizando, uno se da cuenta de que quizás ese silencio era el único discurso posible. Porque las estrategias de poder, las dinámicas y las espirales de envidias, venganzas y odios, solo se pueden romper con el silencio, y acaso con la muerte (que no siempre tiene que ser física). Cualquier otra cosa sería parecida a la carrera armamentista de la guerra fría, que era un poco “a ver quién puede más”. Cualquier acción de Jesús lo hubiera puesto a la par con los intríngulis de poder de Pilato, Herodes y compañía. La única forma de iniciar la desescalada era convertirse en un cordero llevado mansamente al matadero.
 
Dijo Martin Luther King Junior que el odio no puede expulsar al odio. Con violencia no se erradica la violencia, ni las ansias de poder se neutralizan queriendo ocupar más espacios de poder. Nos queda pues ser testimonios definitivos de generosidad y de amor, demostrar que no nos importan las grandes o pequeñas parcelas de poder. Que tanto nos da no aparecer en la foto, que no pasa nada si no obtenemos ningún reconocimiento por nuestras acciones. Es una derrota sin paliativos, pero que tiene más influencia y sentido que cualquier victoria que se mueva, aunque sea tenuemente, en los parámetros del poder. Quizás solo lo consigamos plenamente en el cielo, pero eso no quita que ya, desde ahora, vayamos avanzando hacía esa dirección, hacia esa nueva Pascua que está ya cerca.
 
Seguramente Jesús, durante su pasión, deseaba hablar. Deseaba decirle algo a Pilato y a Herodes, ni que fuera para defender a los suyos. Pero si iniciaba la réplica, entraba en el su propio juego. Al final resultó que ese silencio tan difícil de entender fue, al cabo de tres días, su mayor discurso y su mayor milagro.


 

01/04/2018 - LA RESURRECCIÓN COMO HECHO SOCIAL
En todo hay una grieta, así es como entra la luz.
Leonard Cohen (Anthem)

 
Desde siempre nuestra fe como creyentes y cristianos, especialmente dentro de la tradición católica, se define y entiende como un acontecimiento colectivo. La Iglesia, la comunidad, los sacramentos son indicadores de la importancia del carácter colectivo de nuestra fe. En realidad, por muy ermitaño que sea uno, los “Robinson Crusoe de la fe” no existen.     
 
Pero sucede que normalmente por estas fechas, cuando hablamos de la resurrección, solemos despojar a la fe de su contenido social y tendemos a replegarnos a una dimensión más íntima; la resurrección parece circunscribirse a una dimensión personal, un acontecimiento individual inaugurado por Jesus. Más allá de consideraciones teológicas lo que sigue es una reflexión sobre el significado de la resurrección desde la óptica histórica y colectiva. El objetivo es sumamente humilde: ver cómo a nivel sociológico hay una asociación entre muerte y resurrección y qué significado social puede tener esta última.
 
La pasión de Jesús no solo fue la tortura de un hombre, no solo fue el dolor físico y psicológico indescriptible de la muerte en la cruz; el tormento de la cruz también fue un acontecimiento colectivo dramático. El velo del templo partido en dos apunta a que el evento de la cruz fue una premonición también de la destrucción del templo. El Jesús crucificado no fue una mera experiencia personal, fue una tragedia con un profundo alcance social. Y es precisamente a partir de esta debacle colectiva para los discípulos que la naciente, atemorizada y débil comunidad cristiana empieza a vivir la experiencia de la resurrección, a tomar conciencia, valor, fuerza, convicción; es ahí donde la cruz se convierte también en un acto de vida un movimiento reivindicativo. La pasión como fenómeno social es en cierta manera necesaria también para la resurrección de un pueblo o de una comunidad.
 
De la misma manera que en Jesús se dio este paso de la muerte a la vida, analógicamente podemos observar como a menudo actos reprobables e injustificables de dolor y de muerte, de injusticia social, llevan de una manera y otra a dar vida.
 
No tenemos que ir muy lejos para ver algún ejemplo: El día 14 de febrero de este año hubo una matanza (una más) en una escuela en EE. UU., que se sumó a la desgarradora estadística de muertes por armas de fuego en el país. Tamaña tragedia desencadenó un movimiento popular estudiantil para exigir cambios en la regulación de la adquisición y posesión de armas.   
 
También recientemente el papa Francisco anunció la posible canonización del obispo Óscar Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba la Eucaristía. Su muerte significó la expansión del movimiento de liberación contra las tiranías políticas y militares especialmente en Suramérica, pero también en otros lugares pobres del mundo.
 
Si hacemos un salto para atrás en el tiempo, en 1955 era asesinado en el estado de Mississippi, de forma cruel y macabra, el joven Emmeret Till, de 14 años. A partir de este crimen motivado por el racismo, el colectivo afroamericano se empezó a movilizar en lucha por sus derechos civiles en EE. UU.
 
Solo cinco años después, en la República Dominicana las hermanas Mirabal, tres mujeres especialmente críticas con el gobierno de Trujillo, eran asesinadas por orden del dictador: era el 25 de noviembre de 1960. En honor a ellas se escogió esa fecha para celebra el día internacional de la no violencia contra la mujer y se empezó a fraguar a nivel social una toma de conciencia sobre el maltrato machista que hoy, décadas más tarde, es una reivindicación básica de las mujeres.
 
Podríamos añadir más nombres de personas que han propiciado una resurrección colectiva a través de su propia pasión y sacrificio, como Mahatma Gandhi, o como Harvey Milk (asesinado en 1978 por su activismo político a favor de los derechos de los homosexuales en San Francisco). Y estos son solo algunos de los casos conocidos. Hay muchas pasiones anónimas, solo experimentadas a nivel local, a nivel grupal, o incluso familiar, pero que en todo caso llevan a la movilización de ese grupo en particular.
 
La pasión, al nivel que sea, hace tomar conciencia a una población o una comunidad. Es una sacudida que despierta (resucita) conciencias dormidas y que amenaza a la apatía, que nos saca de nuestra zona de confort, y nos impulsa a la acción ya sea política o social. No es necesariamente una revolución. El ser colectivo se mueve despacio, casi por generaciones, pero la mecha, el acicate, el estímulo inicial es casi siempre traumático (una pasión).
 
Todas las pasiones, como la del propio Jesús, revelan de forma dramática las grietas de una estructura social que a menudo es fuerte con los débiles pero acomodada con los fuertes. A través de estas pasiones nace la posibilidad de despertar a una nueva resurrección, un movimiento de luz, de esperanza y de cambio. La resurrección de Jesús es una invitación permanente a todos, a transformar, la injusticia social y la intolerancia en esperanza vida e integración social.




 

14/04/2017 - VIERNES SANTO: EL SERMÓN DE LAS SIETE PALABRAS
Una tradición popular, muy viva sobre todo en América Latina, ha agrupado en la fiesta del Viernes Santo las siete palabras que en los diferentes Evangelios aparecen pronunciadas por Jesús en la cruz. Es lo que llamamos “el sermón de las siete palabras”.
 
A nivel teológico, la cruz es un evento liberador y salvífico, pero a nivel histórico y humano, personal y psicológico, la cruz fue para Jesús una experiencia desgarradora de pérdida. Es, en cierta forma, la imagen de la pérdida total. En la cruz Jesús no sólo perdió su vida sino también sus discípulos, su plan, su identidad, su buen nombre, su reputación. En la cruz Jesús lo pierde todo.
 
Y es desde esta experiencia que las siete palabras pueden ser para nosotros una buena herramienta para enfrentar nuestras propias experiencias de pérdida. En una sociedad donde predomina el valor del éxito, y a partir del mismo se establece el valor de una persona, quién vale y quién no, lo que quizás tendríamos que aprender y enseñar no es tanto saber ganar sino saber perder. No saber asumir nuestras pérdidas es, en el fondo, la causa subyacente a la violencia o a la intolerancia, por ejemplo. Ambos son síntomas de que existe, en aquellos que las practican, poca preparación para la pérdida. Desde temprana edad nuestras vidas están llenas de pérdidas: uno puede perder un ser querido, puede perder una pelea, una discusión, un privilegio, o un trabajo, y depende de lo bien preparados que estemos para ello que podamos seguir adelante después de experimentar estas pérdidas. Hay que aprender a manejar las pérdidas, y Jesús, en sus palabras en la cruz, nos puede dar una pista de cómo sobrellevar nuestras propias experiencias de cruz, nuestros Viernes Santos, y así prepararnos para la “resurrección”.

1.     «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado» (Mateo, 27,46 y Marcos 15,34). El grito es desgarrador, estremecedor y hasta escandaloso, viniendo del mismo Jesús. Pero, es también extremadamente humano. El grito de la frustración, ¡ya no puedo más! Es un grito catártico con el que de una forma u otra nos vaciamos. En nuestras cruces es necesario saber expresarnos, no reprimirnos. Saber decir sin miedo ni remordimientos lo que estamos sufriendo, aunque a veces solo sea decírnoslo a nosotros mismos.

2.     «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23,34). Toda experiencia de pérdida suele ir acompañada por la asignación de culpabilidad, ya sea a otros o a uno mismo; es por ello que, para poder asumirla, tiene que ir acompañada por una experiencia de perdón. La ausencia de rencor es fundamental para poder cicatrizar heridas.

3.     «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23,43). Quizá en caliente las experiencias de pérdida son un sinsentido. Quizá deberíamos intentar descubrir, aunque sea de forma contra-intuitiva, los elementos positivos que tal experiencia puede desencadenar.

4.     «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas 23,46). En momentos de pérdida tenemos que reconocer que no siempre podremos estar en control ni de las situaciones ni de las demás personas. Dejarnos llevar, saber que los acontecimientos van más allá de nosotros, es una forma de enfrentarnos a las pérdidas de forma saludable. Hay que saber soltar. 

5.     «Tengo sed»  (Juan 19,28). Pedir ayuda es siempre una forma de hacer que las cruces nos sean más llevaderas. Reconocer nuestra vulnerabilidad y, por ella, nuestra evidente necesidad de los demás. No somos héroes.

6.     «Mujer, aquí tienes a tu hijo..., aquí tienes a tu madre» (Juan 19,26-27). Una de las dimensiones más difíciles de una pérdida es aceptar que nuestro entorno no tiene por qué estar en nuestra misma situación, y aunque muestren empatía hacia nosotros, no debemos arrastrar a los demás hacia nuestras propias cruces o pozos de dolor.  

7.     «Todo se ha cumplido» (Juan 19,30). En momentos de pérdida o de duelo, a veces a modo de consuelo encontramos expresiones poco acertadas como “todo sucede por una razón” o “si ha pasado por algo será” o aún peor “Dios tiene su plan y sabe más que nosotros”. Aun siendo desafortunadas, estas expresiones esconden la idea de que a menudo las cruces, los sufrimientos que nos invaden en un momento determinado, son puertas hacia nuevos caminos que sin ellas nunca hubiéramos explorado. Puede haber sentido en el sufrimiento.
 
Examinemos, pues, estas palabras de Jesus en la cruz, y dejemos que contra todo pronóstico nuestras experiencias de pérdida puedan, quizá con el tiempo, ser positivas, para que el Viernes Santo no tenga la última palabra y podamos llegar a la Resurrección. 


 

02/01/2017 - NAVIDAD PARA TODOS
En estos días de celebraciones navideñas nos llega desde la República Dominicana esta reflexión del P. Esteban Redolad… que, si a ratos nos hace sonreír, también, indudablemente, nos invita a reflexionar.
 
 
La fiesta de la Navidad es una de las fiestas más conocidas e universales del planeta. No es de extrañar que sea, de una manera u otra, una fiesta para todos.  Una fiesta para…
 
Los que están al tanto de que no es casualidad que la Navidad sea el solsticio de invierno (o sea, que ya era fiesta antes de que fuera Navidad).
Los que van a la misa del gallo apenados por que la Navidad ya ha perdido definitivamente su sentido religioso.
Los que intentan, y logran, sin pena, vivir la Navidad en su sentido religioso y también celebran y también van a la misa del gallo.
Los que no saben que la Navidad tiene un sentido religioso, pero disfrutan de ella religiosamente (esos no van a la misa del gallo, aunque algunos quizás sí).
Los que saben qué es la Navidad y por eso no la celebran, y los que no lo saben, pero la celebran.
 
Los que quieren celebrar la Navidad y no pueden.
Los que están con los que no pueden celebrarla, para que sí puedan.
Los que creen que el espíritu navideño es el más humano de los espíritus, y también el más divino.
 
Los que sospechan que la Navidad es la mejor estrategia de marketing desde… ¿el siglo XIX? 
Los que calculan el gasto (de compra y consumo) de las bombillas navideñas del vecino, más que nada por envidia. Estos suelen ser los del punto anterior.
Los que también sospechan lo del marketing y por eso se acuerdan de los que están fuera de esa estrategia.
 
Los que creen que la Navidad es pura demagogia: “tal y como está el mundo no estamos por cursiladas...”
Los que piensan que tal y como está el mundo, la Navidad es una ventana imprescindible a la solidaridad, a la esperanza y generosidad.
 
Los que no pueden ya más con los villancicos, pero caen rendidos ante el champán.
Aquellos para quienes la Navidad significa un reencuentro familiar, y les encanta. Y los que no les encanta tanto.  
Los que recuerdan a alguien amado que se fue, y duele, y sin embargo celebran.
 
Los que experimentan la Navidad como unas memorias difusas en la resaca del día de San Esteban.
Los que no saben que el 26 de diciembre es el día de San Esteban.
Los que en la Navidad hacen su agosto.
Los que celebran la Navidad en pleno verano, sin frío, sin nieve y con arbolitos de plástico (en el sur).
Los que no saben que es el solsticio de invierno (en el norte).
 
Y finalmente los que sabemos que la Navidad es un poco todo esto, porque, al fin y al cabo, la Navidad es para todos.


 

13/12/2016 - UN HOMBRE TENÍA DOS HIJOS (LUCAS 15,11-32)
Esteve Redolad
 
El hijo menor, o a los jóvenes. Joven, intenso, quiere vivir el ahora y aquí. Insensato, padre, dame la parte de los bienes que me corresponde. No quiere esperar a que fallezca su padre. Es idealista, dispuesto a la aventura, ver mundo, se fue lejos a una provincia apartada sin darse cuenta de los riesgos. Quiere resultados inmediatos, una vida feliz, sin responsabilidades. Muy animado y animoso, optimista, como si nada pudiera torcerse en la vida y desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Solo después, cuando las cosas no van como pensaba, es capaz de reflexionar, volver en sí, y de forma humilde pero aun desde el egoísmo piensa en los jornaleros en casa de mi padre que tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre. Con su padre lo tendría todo. Se traga el orgullo, y reconoce sus límites, y se hace mayor, no le tiembla la voz porque sí padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero resulta que sí, digno sí lo es.
 
El hijo mayor o a los adultos y los de mediana edad. Personas maduras, que con el tiempo les toca ser responsables y comprometidos, y eso no es fácil. Los que supuestamente han sentado cabeza. Muchos han luchado por conseguir lo que tienen, más que los jóvenes. La vida, en muchas ocasiones les ha dado buenas lecciones. Pero son los que aún se ofenden porque después de tantos años que te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Para ellos la verdadera prueba de fuego es ver a otros arriesgar o pasarla bien mientras ellos se desviven trabajando. Entonces para qué tanto esfuerzo si al fin y al cabo ese ha consumido tus bienes con prostitutas, y tú has hecho matar para él el becerro gordo. Para pasar el trago se emborrachan de vanidad por todo lo que han vivido y lo mucho que les ha tocado luchar y sacrificar en la vida. Y sienten, secretamente, el aguijón del rencor, y la irritación celosa y melancólica por el atrevimiento y la alocada inconciencia de los que son como su hermano menor.
 
El padre o a los mayores, abuelos, jubilosos. Maduro, gente curtida por la experiencia. Pocas sorpresas por esperar. Ya saben que no todo es una lucha por el poder, por eso les repartió los bienes. Interesados, pero no necesariamente envidioso de aventuras ajenas. Saben sus propias historias y a través de ellas han ganado perspectiva en la vida. No queda sitio para juzgar. No necesitan de explicaciones ni de disculpas, por eso que cuando aún estaba lejos, corrió, y se echó sobre el cuello de su hijo, y le besó. Ya han aprendido que un abrazo y un beso, son más importantes que ganar una discusión. Son comprensivos, compasivos, no se sienten superiores a nadie, saben que todas mis cosas son tuyas. El mérito, para ellos, hace años que ha pasado de ser virtud a puro espejismo. Por eso perdonar tiene que ser lo lógico, para que haya sitio para todos, para el menor y para el mayor y por eso salió su padre, y le rogaba que entrase. Son ellos los que mejor saben lo único y especial que es cada momento y lo importante del reencuentro. Por eso hay que sacar el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta, porque hijo era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Entra y revive tú también.


 

08/11/2016 - EL BUEN (E INFIEL) SAMARITANO
Esteve Redolad
 
Pasa con algunos pasajes de la Escritura que, a base de proclamarlos una y otra vez, se convierten en moralejas que tienden a simplificar o incluso eclipsar su sentido histórico y, por ende, original.
 
Así sucede con la historia del Buen Samaritano, que se ha convertido para muchos en expresión popular refiriéndose a la persona que desinteresadamente ayuda a un desconocido.
 
Aunque es cierto que la parábola nos habla del valor desinteresado de la solidaridad ante la persona necesitada que encontramos en nuestro camino, la simplificación popular borra el contraste provocador del texto.
 
Recordemos que el contexto de la parábola es la pregunta de cómo obtener la vida eterna. La respuesta es “a través del amor a Dios y al prójimo”. Cuestionado Jesús por quién es el prójimo, nos narra la historia ya conocida.
  
Si intentamos sacudirnos toda una historia de moralización, veremos que al lector de hace 2000 años la parábola debía sonarle así: un hombre es asaltado y dejado medio muerto al lado del camino que va de Jerusalén a Jericó. Por ese mismo camino pasan un sacerdote y un levita, dos personas vinculadas estrechamente al culto en el templo. A ellos se les supone, por esta vinculación, el amor a Dios. Sin embargo, son incapaces de demostrar el amor al prójimo. El Samaritano, en cambio, era la personificación de los que no amaban a Yahveh, ya que no adoraban en el templo de Jerusalén sino en la montaña sagrada de Garizim; aun así, este “infiel” sí es capaz de amar al prójimo.
 
El contraste es fuerte, y la lección también. El amor a Dios no se demuestra sólo con acciones litúrgicas religiosas y cultuales, sino también a través de acciones concretas a favor del prójimo.  Lo primero puede servir como motivador, como acicate, pero si no lleva lo segundo está vacío de contenido y de sentido.
 
El mandato de Jesús al final de la parábola es claro. Habla del samaritano infiel, pero solidario, y dice: ¡ve y haz tú lo mismo!  

04/10/2016 - MENOS MARTAS Y MÁS MARÍAS
Esteban Redolad
 
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada Maria, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.» Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
 
La Historia de Marta y María ha sido asociada, a través de la historia, a la dicotomía entre oración y acción, así como a la distinción del mundo religioso entre vida contemplativa y vida activa. Una interpretación distinta sería que Marta es el prototipo de mujer y María el prototipo de discípulo, al menos según los prototipos de hace 2.000 años.
 
Marta se dedicaba a todo aquello que, aún en muchas culturas, es el rol femenino: cocinar, limpiar y atender todo lo referente al hogar. María hizo lo que nadie esperaba de una mujer: sentarse a los pies del maestro, es decir, ser discípula. Y Jesús hizo lo que ningún maestro hacía: tener mujeres discípulas. “Marta, Marta”, exclama Jesús, “María ha elegido la mejor parte”.
 
Marta no ha sido capaz de salir de las ataduras de una sociedad patriarcal en el que su rol era secundario. Se conforma, aunque sea quejándose, con su papel de servidora. Marta se empequeñece por el peso de una cultura machista mientras que María se atreve a asumir una misión.
 
Ojalá que las Martas que todos llevamos dentro, quejosas, empequeñecidas, den paso a Marías valientes, desafiantes, conscientes de su valía, de su potencial y de su misión.
 

16/08/2016 - EL ARTE DE DIGNIFICAR
Recientemente el Presidente de la República Dominicana, el Sr. Danilo Medina, estuvo en la zona de Azua para entregar títulos de propiedad de terrenos a 2.500 familias. Los beneficiarios de un proyecto agrícola de los años 70 vieron así finalmente regularizada la situación de sus parcelas y viviendas. El P. Esteban Redolad, miembro de la Comunidad de San Pablo y párroco de La Sagrada Familia en Sabana Yegua, fue invitado a bendecir el acto. Compartimos en este espacio algunas de las palabras que Esteban ofreció en tal ocasión ante el Sr. Presidente y todos los presentes:

«Qué duda cabe que uno de los aspectos más importantes que contribuyen a dignificar a la persona y a la familia es tener un espacio propio que pueda llamar hogar.

Dios nos bendice hoy porque dignificando las familias con un hogar propio, recordamos la dignidad que Dios da a cada uno de sus hijos e hijas. Una dignidad que no se amerita, ni se gana, una dignidad que no se merece, sino que cada uno tiene por el mero hecho de ser persona, de existir.

Y es ante Dios que tenemos un reto, el reto de ser personas dignas y sobretodo, dignificantes, personas que demos dignidad a los demás. El mismo Jesús restableció la dignidad de la mujer adúltera, cuando en una sociedad machista un grupo de hombres estaban dispuestos a acabar con su vida a pedradas de forma injusta e humillante. Es Jesús mismo, que nos pide como líderes religiosos, comunitarios o políticos, y como esposos y esposas, como madres o padres, que seamos herramientas para que nuestra misión sea la de dignificar a los demás.

Dignificar es dar legalmente la propiedad de una casa a una familia. Dignificar es construir carreteras para una mejor y más segura comunicación.

Dios nos ama a todos y nos da a todos la misma dignidad, pero nosotros nos encargamos demasiado a menudo de arrebatársela a los demás. La dignidad se destruye con dádivas, fomentando la dependencia y el paternalismo, la ignorancia, priorizando el amiguismo y practicando el hermetismo y la falta de transparencia. En cambio, se construye dignidad creando oportunidades, dando herramientas, pero sin obligar a nadie, sin chantajes y sin miedos, dejando que cada uno elija.

Dios nos mira directamente al corazón, no al color de piel, ni a la cartera, ni a la belleza externa, sino a nuestra capacidad de amar y de ser generosos y hoy está aquí presente entre nosotros, y está contento. Porque hoy estamos construyendo dignidad, trabajando por la dignidad y el respeto a los demás, sean del color que sean, del partido o de la orientación que sean.

Ninguna persona tiene más valor que otra. Jesús nos dice que el primero tiene que ser el servidor de todos, porque es solo en el servicio de los demás que nos dignificamos. Y ya sea en política, en la Iglesia, en una junta de vecinos o en cualquier organización humana, el cargo que una persona ejerce no es para disfrutar de privilegios o para su beneficio personal sino para asumir mayor responsabilidad en el servicio a los demás.

Para Dios, y ojalá que para todos, los más importantes no son las autoridades políticas, ni lo líderes religiosos, ni la jerarquía eclesiástica, los más importantes son los niños indefensos, los padres de familia que trabajan duro para que su familia no vaya a dormir con hambre, las mujeres maltratadas, las madres solteras, muchas de ellas adolescentes, los ancianos abandonados por sus propios hijos y familiares, o los encarcelados que viven no sólo privados de libertad sino también de los más fundamentales derechos humanos. Los más importantes son, en definitiva, todos aquellos que, por razones económicas, culturales, sociales, religiosas o políticas son discriminados y apartados de la sociedad.

Te pedimos, Señor, que cada uno de nosotros sepamos multiplicar esta bendición como líderes políticos o como ciudadanos, y que no midamos nuestro éxito en dinero, ni en estatus social, ni en votos sino en nuestra capacidad de dignificar a los demás.»

 

10/05/2016 - PORQUESOMOSPOBRES
Esteve Redolad

Fue en uno de aquellos momentos en los que, a través de los cristales del vehículo, uno pierde la mirada, hipnotizada, fascinada por el apresurado paisaje urbano de Santo Domingo. Entre anuncios y carteles de Pollo vivo o matado,  SVD casa, o salpicado por lemas electorales como Pa´lante o Regresa Papá, un escrito en especial me llamó la atención. Era pequeño, sin muchas pretensiones, sin colores, ni imágenes. Era una pregunta en forma de página web: www.porquesomospobres.

No se entretengan en buscar la página porque, curiosamente, no existe. Pero la pregunta es tan pertinente que no surge a menudo en el día a día, aquí en la República Dominicana. ¿Por qué somos pobres? A veces la pregunta sale con rabia, a veces con tristeza, a veces con impotencia y frustración. Es una pregunta simple, pero que no acepta una respuesta fácil. Las causas de la pobreza se encuentran en factores geográficos, históricos, económicos, políticos, sociales. En cierto modo la pregunta podría ser descartada por improcedente, por simplista. Pero no contestarla es un acto de irresponsabilidad. Es aceptar la realidad de la pobreza como una suerte de destino fatídico, como si no hubiera formas de erradicarla, es admitir que lo único que nos toca hacer es poner parches a una realidad que nos sobrepasa.

Es difícil desgranar todas las causas de la pobreza, pero sí es posible enumerar los factores principales. Quizás uno de los elementos de mayor envergadura y más fácilmente identificable es el factor político. Porque la solución de la pobreza es política. Su erradicación, o como mínimo su disminución, pasa por unas buenas políticas económicas y sociales, y unas prácticas políticas solidarias, transparentes y justas. Se necesita una fuerte dosis de cinismo para creer que los pobres quieren ser pobres para aprovecharse así de los servicios públicos y no tener que trabajar. Nadie es pobre por elección propia. Es injusto exigir responsabilidades laborales, económicas y cívicas a los ciudadanos si no hay igualdad de oportunidades, especialmente en materia de educación, salud y con éstas, igualdad de acceso al mundo laboral. Una de las causas de la pobreza es precisamente el mal uso (es decir la apropiación para uso privado o político) de los recursos públicos destinados a crear estas oportunidades.

Los proyectos que llevamos a cabo en la zona de Sabana Yegua (en el suroeste del país) están encaminados a la lucha contra la pobreza y por la dignidad de toda persona. Los programas de nutrición, educación y de salud, son una forma de ir igualando, ni que sea a largo plazo,  oportunidades. Pero también queremos involucrarnos en la educación social y política de la población para que pueda asumir responsabilidades y así poder exigir derechos.

La erradicación de la pobreza pasa por superar la cultura del asistencialismo y de las dádivas con fines políticos y ofrecer, en cambio, herramientas y oportunidades para que los ciudadanos puedan vivir y prosperar por ellos mismos.

Es por ello que desde la parroquia La Sagrada Familia, a cargo de la Comunidad de San Pablo, estamos involucrados en varias iniciativas sociales, junto con otras organizaciones populares. Con asociaciones de vecinos y la compañía eléctrica, por ejemplo, estamos realizando una campaña comunitaria para poder tener luz las 24 horas del día, en lugar de las diez horas actuales. Eso pasa por hacer un seguimiento barrio por barrio de los niveles de morosidad e intentar disminuir el robo nada disimulado de energía eléctrica con conexiones ilegales a los postes eléctricos. Qué duda cabe que poder tener electricidad las 24 horas sería un factor clave para el desarrollo de la zona. También intentamos presionar, junto con las autoridades de los municipios afectados, para que prosiga la construcción de la carretera entre las localidades de Sabana Yegua y Los Negros, construcción que paró hace dos años dejando las condiciones de carretera peor aún de lo que estaban antes, cuando quedó destrozada por el huracán Noel en el 2007. También seguimos involucrados en el proceso de regularización de inmigrantes haitianos, para que este se haga sin abusos y conforme a la ley. Queremos participar y motivar grupos de apoyo a las mujeres, juntas de vecinos y, en la medida que se pueda, queremos hacernos presentes en el funcionamiento de las escuelas públicas.

¿Porquesomospobres? Es cierto que la respuesta a este interrogante puede ser compleja, pero creemos que luchar contra el paternalismo político, fomentando la responsabilidad y el compromiso social de todos, es uno de los factores clave para ayudar en el desarrollo de un pueblo.


 

10/02/2016 - ​LA GEOGRAFÍA DE LA CUARESMA
Esteve Redolad

“Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno. Se trata de privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos...” (EG 223)

El Papa Francisco ha hablado en varias ocasiones de la primacía del tiempo sobre el espacio. El tiempo es dinámico, es cambio. El espacio, en cambio, es estático, estancado y permanente. El tiempo denota siempre un proceso optimista, mientras que el espacio simboliza inmovilismo, y puede adquirir un tono más pesimista.

Para los que hemos crecido en la tradición clásica de la física euclidea-newtoniana no deja de ser interesante y a la vez difícil asumir esta asimetría que expone el santo padre entre el tiempo y el espacio, pero la vamos a aprovechar para esta reflexión cuaresmal.

Con el miércoles de ceniza se inaugura el tiempo de cuaresma, cuarenta días de preparación que nos llevarán a la Semana Santa, culminando en la fiesta de la Resurrección. La cuaresma es un tiempo relacionado con la abstinencia, el ayuno, la conversión, el sacrificio y la penitencia. Un tiempo sobrio, casi sombrío. Cuarenta días de preparación para cincuenta días de celebración pascual.  

La cuaresma, como tiempo litúrgico y como tiempo vital, apunta al cambio, a la superación: del ayuno a la solidaridad, de la penitencia a la generosidad, del sacrificio al beneficio, de la Pasión a la Resurrección. Es la cuaresma de quien se sacrifica por un bien mayor, es la cuaresma de la superación, de la lucha por el desarrollo. El tiempo de cuaresma se reconoce como mera preposición, no como la última palabra.

Pero no solo hay un tiempo de cuaresma, también hay el espacio de cuaresma, un espacio donde se vive, y donde existe la cuaresma, la geografía de la cuaresma.

La cuaresma del espacio es mucho más cruel, más pesada que el tiempo de cuaresma. Es la cuaresma que podemos señalar en un mapa, el espacio geográfico de los países pobres, o resiguiendo las calles que delimitan los barrios más pobres de una ciudad. Es el ayuno involuntario, cruel e ignorado de los refugiados, el sufrimiento de millones de niños, de ancianos, mujeres e inmigrantes causado por el egoísmo, la insolidaridad y la injusticia que no solo tolera, sino que acepta y aún le conviene, que la necesidad conviva al lado del despilfarro y la miseria al lado de la ostentación. Dos espacios separados por finas pero muy bien definidas fronteras que separan dos mundos. Es una cuaresma que no va a ninguna parte. No se mueve, y solo de muy lejos ve la resurrección. Es la cuaresma de la pobreza sistemática, necesaria para el sistema del bienestar, porque éste se aguanta gracias a aquella.

Pero la primacía del tiempo no es solo filosófica sino también práctica. A pesar de lo pesadas que son las cuaresmas del espacio, tampoco ellas tienen la última palabra. Porque las cuaresmas del tiempo son las que invaden el corazón y el ánimo, y éstas siempre pueden cargar a aquellas.

Sabemos que la cuaresma del tiempo, esta cuaresma que empezamos a celebrar, irá conquistando despacio pero decididamente, la cuaresma del espacio que tiene atrapada a tantas personas. Depende de cada uno de nosotros.

 
 

 


10/12/2015 - METÁFORAS DE LA VIDA
Esteve Redolad

A pesar de que nos gustaría poder compartir siempre noticias esperanzadoras y positivas de los lugares en que vivimos y trabajamos, a veces la crudeza de la realidad nos lo impide. Hoy escribo con pesar: hace unas semanas, en la carretera que cruza por delante de Sabana Yegua, en la República Dominicana, ocurrió un hecho trágico y macabro: un hombre mató de cuatro tiros a su amante y luego él mismo se disparó en la sien acabando con su vida en el acto. Un acto terrible que apunta de forma horrorosamente gráfica a otros cien casos de violencia machista que se registran constantemente, de forma más callada, en esta sociedad.

La triste ironía del destino hizo que para dos días más tarde hubiésemos convocado en nuestro salón parroquial una charla sobre la violencia intrafamiliar, organizada por el grupo de mujeres de la parroquia. Se trata de un grupo pequeño pero lleno de vida y de propósito, que pretende precisamente liberar a las mujeres del yugo de una sociedad machista que cuenta a sus víctimas no solo en disparos, no solo en golpes, y maltratos físicos, verbales y psicológicos sino también en el abandono escolar de miles de adolescentes que dejan su educación al quedar embarazadas (el 20% de las mujeres de 15 a 19 años y el 23% de las de 20 a 24 años). Otras víctimas son  las incontables madres solteras, no por voluntad propia sino por irresponsabilidad, manipulación y cobardía de unos padres que cuentan con la aprobación tácita y factual de una sociedad machista que los defiende con su silencio.  

La charla quería enseñar a las mujeres, y a los hombres, que también estaban invitados, signos de posibles actitudes violentas, además de estrategias para intentar escapar de la cárcel-inferno de la amenaza y el miedo. Pero el evento, ese evento liberador, restaurador, iluminador para tantas mujeres que viven atrapadas entre el temor y la ignorancia, se tuvo que cancelar, porque justamente aquella tarde tuvo lugar en Sabana Yegua un mitin electoral multitudinario, y por encima de las miradas valientes de las mujeres reunidas se elevaba el rugido ensordecedor de decenas de motos que desfilaban en apoyo a un candidato político local. Masas de gentes gritando, música a todo volumen, discursos encendidos, que tapaban sin remedio, en otra metáfora inescapable, la voz de estas mujeres. Seguro que entre estas masas efervescentes se encontraban otras mujeres con vidas quebradas por hombres que confunden el amor con la propiedad, y la felicidad con la autocomplacencia, y que seguro  estaban también dentro de la masa anónima. Y estas mujeres aplaudían y gritaban entregadas a ilusiones ajenas y a las promesas convenientes de una política paternalista y amiguista. Ante la imposibilidad de poder mantener un diálogo a causa del ruido político de la calle, suspendimos la reunión.
 
Sin embargo, volveremos a convocarla: regresarán las mujeres, tendremos la charla y no dudamos que poco a poco, quizá muy lentamente, iremos logrando de que nuestra presencia de Iglesia en esta sociedad también ayude a reducir, y finalmente a eliminar, el horror de la violencia machista.  

 

 


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